Elogio de la belleza dermatológica y la búsqueda natural de la perfección.

 


“La belleza no lo es todo: es lo único” Película “The Neon Demon”


El otro día leía en el interesantísimo último libro de Alberto Olmos, “Tía buena”, una frase de Angela Molina: "Hay que saber despedirse de la belleza". Como dermatólogo estético compruebo que es todo un arte aceptar que ya no eres atractivo o bello, especialmente si lo has sido de joven. Nuestro trabajo consiste en embellecer y rejuvenecer a nuestros pacientes, por lo que hoy quería compartir con vosotros unas reflexiones sobre la belleza, que todos sabemos que atrae, seduce, acerca y alegra el espíritu.

VENTAJAS DE SER BELLO

La belleza se opone al principio que defiende que todos debemos tener las mismas oportunidades al nacer. Parece demostrado que las personas atractivas tienen más facilidades en la vida que las no bellas. Existen estudios que demuestran que las personas atractivas encuentran con mayor facilidad trabajo, sus sueldos son más elevados, tienen menos dificultades para encontrar pareja, e incluso el médico dedica más tiempo en su consulta cuando el paciente es atractivo. Incluso en los cuentos infantiles el príncipe es guapo y el villano feo. En resumen, las personas atractivas inducen respuestas positivas y existe una peligrosa y en ocasiones angustiosa relación entre belleza y éxito.

BELLEZA CULTURAL

El concepto de belleza parece ser diferente en distintas culturas. Por ejemplo, en la cultura Maya se consideraba que tener estrabismo era bello. Por ello las madres ponían jarras delante de los niños para que tuvieran este defecto. En Birmania las mujeres de Kayan colocan a sus niñas de 5 años aros metálicos alrededor del cuello para estilizarlo. De ahí que se las llame “mujeres jirafa”. En determinadas zonas de África la “escarificación” es muy común y significa que una mujer está preparada para el matrimonio. “Escarificación” es un término que proviene de la palabra inglesa “scar” que significa cicatriz. Estas mujeres africanas se realizan cicatrices en el torso y el pecho para parecer más atractivas.

Incluso en el cine se puede observar cambios en el gusto estético en función del tiempo en que vivimos.  En épocas de crisis los rasgos “duros” se ponen de moda, como es el caso de Marlene Dietrich, y en tiempos de bonanza económica son más interesantes las caras más femeninas como Audrey Hepburn.

A pesar de que los gustos y las modas cambian en función de las distintas culturas y de la época en que vivimos, existen una serie de criterios estables y eternos de belleza. Cuando uno contempla la estatua de Nefertiti (que significa “la hermosa ha llegado”) o las Majas de Goya probablemente tenemos las mismas sensaciones positivas que las personas que las contemplaron siglos atrás.

QUÉ ES LA BELLEZA

Estamos programados biológicamente para sentirnos atraídos por lo bello. Nuestro sentido estético se encuentra profundamente arraigado en nuestros genes. Un recién nacido mantiene la mirada durante más tiempo ante una persona atractiva que ante una persona no atractiva. Y también se ha comprobado que hombres y mujeres de culturas y razas diferentes valoran la belleza de una forma similar.

Los criterios más ligados a la belleza son la simetría y la armonía. Estudios recientes sugieren que las personas cuyos rasgos faciales son simétricos resultan más atractivas que aquellas cuyos rasgos no los son. Esta teoría viene de los filósofos griegos que relacionaban mucho las matemáticas con la belleza.

Platón decía que “Si hay algo por lo que merece la pena vivir es por contemplar la belleza.” En este sentido es conocida la “proporción dorada” de Platón: “El ancho de la cara debe de ser 2/3 del largo y la nariz no mayor que la distancia entre el centro de los ojos”. En la puerta de la Academia Ateniense desarrollada por Platón existía una inscripción con una frase que decía “No entre aquí quien no sepa Geometría”, lo que demuestra el valor que daban en la Grecia clásica a la simetría y la armonía, vinculando las matemáticas con la belleza. Santo Tomás de Aquino decía que “los sentidos se deleitan ante las cosas con las proporciones adecuadas.” Nuestros “smartphones” son ejemplos de esta “proporción dorada”.

 

BELLEZA Y JUVENTUD

Los avances sanitarios han conseguido que nuestra esperanza de vida sea mayor. Hasta el siglo XVIII las mujeres no solían vivir más allá de la menopausia. Dostoievski decía que vivir más de cuarenta años era “vulgar y de mala educación”. Balzac describía en “La mujer de 30 años” la tragedia del envejecimiento en una mujer de esa edad. En los últimos 120 años los sistemas de salud pública y los fármacos han contribuido a prolongar nuestras vidas, pero hasta ahora no se han podido frenar el proceso natural de envejecimiento.

A medida que las expectativas de vida van aumentando, todos queremos mantenernos jóvenes el mayor tiempo posible. La idea es “morirnos jóvenes lo más tarde posible.”

Esa juventud está ligada de forma potente con la belleza. Es difícil no encontrar belleza en un rostro joven. Pero la realidad es que una persona pasa más tiempo viéndose envejecer que viéndose bella. Como afirma Alberto Olmos en su último libro: “a los 50 años una mujer no se vuelve invisible, simplemente deja de ser mirada. Porque lo que realmente atrae la mirada masculina es la juventud.” Sin embargo Coco Chanel decía con gran brillantez que “ una mujer puede ser preciosa a los treinta, encantadora a los cuarenta e irresistible durante el resto de tu vida.”

Para envejecer mejor hay 5 actitudes que han demostrado ser efectivas: el deporte, la dieta equilibrada, el peso adecuado, cuidar la mente con actividades que “pausen” nuestro cerebro como la meditación y mantener relaciones sociales. Pero a pesar de cumplir a rajatabla todos estos requerimientos, incluso los “gurús antienvejecimiento” envejecen. Así que, aunque la batalla contra el envejecimiento de momento la tenemos perdida desde el momento en que nacemos debemos recordar que se envejece tal y como se vive y como decía Pitágoras: “una bella ancianidad es la recompensa de una bella vida.”

 

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