AYUDAR A TRAVES DE LA PIEL: PEQUEÑAS HISTORIAS, GRANDES RESULTADOS
Hace unos días mi hijo me preguntaba sobre qué profesión debería elegir.
Yo le explicaba que para mí lo más importante es que elija una profesión en la
que se cumplan dos condiciones importantes: que disfrute con lo que hace y que
pueda ayudar a los demás.
La suerte de ser médico es que estas dos condiciones se cumplen a la
perfección. Pero no hace falta ser médico para que esto ocurra. Por ejemplo, en
una clínica dermatológica el personal no médico tiene grandes oportunidades de
ayudar a los pacientes en el día a día. En este sentido os voy a hablar de una
sesión que tuvimos ayer en la clínica y que me ha parecido emocionante.
Hace unas semanas una de nuestras esteticistas me contaba un caso que
había tenido: a una chica la habían extirpado un tumor en la frente, quitándole incluso músculo y cejas, y tenía un gran injerto en la zona. Nuestra
esteticista le planteó maquillarse. Diseñó unas cejas, maquilló la frente con
un maquillaje especial y el resultado fue asombroso. La paciente estaba
emocionada, se fue a su ciudad realmente feliz. Y nuestra esteticista estaba
orgullosa de lo que había hecho.
Al contarme la historia le comenté que deberíamos hacer una sesión donde
todo el personal no médico nos contara sus historias personales sobre cómo han
podido ayudar a nuestros pacientes con su ilusión y su involucración.
Ayer tuvimos esa sesión. Las historias que nos contaron fueron
magníficas. Una enfermera nos contaba el caso de un paciente mayor que tenía
una úlcera enorme en el cuero cabelludo que normalmente la cerramos con
cirugía. Pero el paciente no quería operarse. Nuestra enfermera después de
hablar con los médicos decidió comprometerse a hacer curas diarias del paciente
durante meses para que cicatrizara “por segunda intención”, es decir, desde el
hueso hasta la piel, sin cirugía. Ella le lavaba incluso la cabeza en la
consulta. Y después de varios meses consiguió que la úlcera cerrara. El
paciente está muy agradecido a la enfermera y a la clínica.
Otra enfermera nos contaba el caso de una paciente con hiperhidrosis y
bromhidrosis (exceso de sudoración en axilas con mal olor). La paciente estaba
destrozada psicológicamente. Nos contaba que la insultaban en la oficina por la
falta de higiene, lo cual no era cierto porque lavaba más de 5 veces al día la
zona. Nos contaba que cuando iba de compras siempre adquiría 4 camisetas del
mismo color. Así cuando salía, en cuanto la camiseta estaba sudada, ella se iba
al baño, se lavaba y se ponía otra. En la clínica le realizamos el tratamiento
con Miradry, un sistema para eliminar de forma definitiva la hiperhidrosis y la
bromhidrosis a través de microondas. La paciente ha vuelto a ser feliz,
recuperando la confianza en sí misma. Y está emocionada con el personal no
médico que la apoyó e intervino en el tratamiento.
Otra especialista nos contaba del caso de un chico con vitíligo en la
cara, con grandes placas de piel “blanca” sin pigmento alrededor de los ojos y
de la boca, y que estaba muy afectado psicológicamente por la enfermedad.
Después de varias sesiones de láser contra el vitíligo, las placas
repigmentaron y el chaval recuperó la autoestima que había perdido. Otro caso
presentado fue el de una chica joven con mancha hormonal en la cara
(“melasma”), la cual le acomplejaba mucho. Después de 3 sesiones de ClearMelasma, la combinación de un láser fraccionado superficial con una mascarilla
despigmentante, las manchas desaparecieron y pudimos ayudar a la paciente a
través de la piel.
Estos son ejemplos de la importancia del personal no médico en una
clínica dermatológica para conseguir que el paciente salga un poco más feliz.
Ese trato humano, esa implicación del personal, desde la enfermera hasta la
telefonista, es fundamental para que la experiencia del paciente sea la
adecuada. Hay muchas maneras de ayudar a los demás dentro de nuestro entorno.
Hay que ayudar al prójimo y al próximo. Y crear una cultura en la clínica y en
la vida donde se perciba que debemos implicarnos emocionalmente con los demás.
Me gusta una anécdota que contaban en el Instituto Oftalmológico
Fernandez Vega de Oviedo. Allí, decían, disponían de una medicina única:
CICACOA. Cuando les preguntaban en qué consistía esa medicina, el Dr. Fernandez
Vega decía: Ciencia, Cariño, Compresión y Ánimo.
Ponentes de la sesión (de izquierda a derecha): Vanesa, Mercedes, Kateryna, Yolanda y Maricela.
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