¿POR QUÉ NOS SENTIMOS ATRAIDOS HACIA LO BELLO? NO PODEMOS EVITARLO

Vivimos en un mundo de la imagen. Según la Asociación Americana de Cirugía Plástica los “selfies” han aumentado casi un 50% las consultas de estética. Nunca hemos tenido un conocimiento tan exacto de nuestro físico. Triunfan las redes sociales basadas en la imagen como Instagram o Pinterest. Ante esta “avalancha” de imágenes en las que nos preocupa resultar atractivo nos surge una pregunta: ¿qué es realmente la belleza?

Es cierto que estamos programados biológicamente para sentirnos atraídos por lo bello. Nuestro sentido estético se encuentra profundamente arraigado en nuestros genes. Hay estudios que demuestran que un recién nacido mantiene la mirada durante más tiempo ante una persona atractiva que ante una persona no atractiva.

Sin embargo la belleza se opone al concepto de que todos debemos tener las mismas oportunidades al nacer. Parece demostrado que las personas atractivas tienen más facilidades en la vida. Existen estudios que demuestran que las personas “bellas” encuentran con mayor facilidad trabajo, sus sueldos son más elevados, tienen menos dificultades para encontrar pareja, e incluso el médico dedica más tiempo en su consulta. Hay incluso algún estudio que demuestra que los jueces son más indulgentes con personas atractivas. En resumen, las personas “bellas” inducen respuestas positivas y existe una peligrosa y en ocasiones angustiosa relación entre belleza y éxito. Por lo tanto, y aunque sea injusto ya que no tiene ningún mérito, la gente bella tiene una ventaja en la vida, sobre todo en situaciones donde una primera impresión es decisiva. Y sabemos que “sólo tenemos una oportunidad de causar una primera buena impresión”.

Pero ¿existe realmente unos cánones eternos de belleza o ésta depende de los criterios de la época? Hay personas que defienden que la belleza está en el ojo de quien la observa, y los cánones de belleza varían en función de las distintas culturas y de las épocas que nos ha tocado vivir. 

Por ejemplo el aspecto de la figura humana ideal ha cambiado con las distintas culturas y épocas. Rubens se quedaría perplejo si asistiera a la pasarela Cibeles. Es cierto que en épocas de pobreza las personas no delgadas se consideran más atractivas. Hoy la delgadez es uno de los requisitos para la elegancia según muchos diseñadores de ropa. Incluso en el cine se puede observar cambios en el gusto estético en función del tiempo en que vivimos. En épocas de crisis los rasgos “duros” se ponen de moda, como es el caso de Marlene Dietrich, y en tiempos de bonanza económica son más interesantes las caras más femeninas como Audrey Hepburn.

Está claro que los gustos y las modas cambian en función de las distintas culturas y de la época en que vivimos. Sin embargo parece que existen una serie de criterios estables y eternos de belleza. Cuando uno contempla la estatua de Neffertiti (que significa “la hermosa ha llegado”) o las Majas de Goya probablemente tenemos las mismas sensaciones que las personas que las contemplaron siglos atrás. Al admirar un cuadro de Rubens observamos mujeres que hoy se podríamos considerar obesas, y sin embargo podemos detectar la sensualidad y la armonía de esos cuerpos femeninos. Por lo tanto personas de distintas culturas y épocas tienen una idea similar de lo que constituye un rostro atractivo. Ya decía Santo Tomás de Aquino que “Los sentidos se deleitan con las cosas que tienen las proporciones correctas”.

Pero la búsqueda constante de la belleza puede ser una fuente enorme de insatisfacción. Por lo tanto médicos y pacientes tenemos que tener sentido estético, pero también sentido común, y saber decir no. Hoy la nueva era demanda retoques discretos y envejecer con discreción consiguiendo convertir la dermatología cosmética en una ciencia y un arte. 

MI OPINIÓN PERSONAL: Creo que muchas personas son bellas aunque no se adapten a los cánones de belleza. Cada persona envejece a su manera y hay muchas formas de ser bello. Los médicos que realizamos dermatología estética debemos educar nuestra sensibilidad para detectar el potencial de belleza de cada paciente. Lo importante no es conseguir el ideal de belleza con nuestros pacientes sino hacerlos sentir bien. Ser bello es sentirse bello. Y con las técnicas modernas de rejuvenecimiento los dermatólogos podemos ayudar a nuestros pacientes a envejecer de una forma discreta y elegante.


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