La solución a corto plazo de la pandemia no está en la vacuna sino en nosotros mismos
Muchos nos
encontramos en conversaciones con amigos o de trabajo argumentando: “hasta que
no salga la vacuna esto no se acaba”. Y si bien tenemos la esperanza de que
esto ocurra, ya que se ha producido una carrera en laboratorios de todo el
mundo sin precedentes, a día de hoy no es una certeza.
Desde la famosa expedición de la vacuna de la
viruela el español Balmis a comienzos del siglo XIX, hemos conseguido logros
espectaculares a nivel mundial y sobretodo en países occidentales, haciendo que
enfermedades como la poliomielitis, la tuberculosis, el sarampión o la rubeola
nos parezcan enfermedades del pasado. Sin embargo, desde hace 40 años, grandes
grupos de investigación trabajan en la vacuna contra el VIH o la malaria sin
éxitos tangibles.
Los ensayos clínicos de algunas de las casi 150
vacunas disponibles contra la COVID-19 se encuentran ya en fase III, lo que ya
es un logro impactante conseguirlo en apenas unos meses. Pero sin querer
resultar pesimista nos surgen 5 dudas:
- ¿Qué capacidad tendrán las vacunas de producir anticuerpos neutralizantes en humanos?
- ¿Durante cuánto tiempo serán eficaces estos anticuerpos?
- ¿Tendrán estas vacunas efectos secundarios?
- ¿Se podrán producir y distribuir al 70% de la población mundial para conseguir la inmunidad de grupo?
- ¿Protegerán los mayores de 75 años, principal grupo de riesgo?
Nadie sabe con certeza la respuesta a estas 5 preguntas.
Por todo ello no creemos que sea cierto eso que oímos con frecuencia: “en
primavera nos vacunaremos todos y la pandemia estará controlada”. Ojalá nos equivoquemos,
pero pensamos que vamos a estar viviendo es la situación en la que nos
encontramos ahora mínimo 2 años más.
A pesar de todo esto podemos aprender una lección
valiosa contra la COVID y contra otros agentes infecciosos. Con pequeños gestos
como el uso correcto de la mascarilla, lavarse las manos frecuentemente con
agua y jabón, ventilar y mantener el distanciamiento social (fundamentalmente
en espacios interiores) podemos protegernos entre todos. ¿Tendremos acaso como
en el hemisferio sur donde acaba de terminar el invierno, las cifras más bajas
de contagios de gripe de las últimas décadas?
Shakespeare decía en boca de uno de sus personajes: “El
futuro no está en las estrellas sino en nosotros mismos.” Podríamos adaptarlo a
nuestros tiempos: “El futuro a corto plazo no está en la vacuna, sino en el
cumplimiento del cuarteto: mascarilla, higiene, ventilación y distancia
social.”
Post escrito en colaboración con el Dr. Pedro Rodriguez
Instagram: @ricardoruizrodriguez
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