EL BOTOX MEJORA LA DEPRESIÓN

Investigadores de la Universidad de Texas acaban de presentar un estudio en Denver que demuestra que el Botox, además de mejorar las arrugas del entrecejo, puede mejorar la depresión.
En este estudio analizan 30 pacientes con depresión y de forma aleatoria les inyectan a la mitad Botox y a la otra mitad suero salino (placebo) en el entrecejo.
El resultado del estudio es que el grupo al que se le inyectó Botox mejoró de sus síntomas depresivos, incluso semanas después de que los efectos del Botox sobre las arrugas desaparecieran.
Este estudio demuestra algo muy interesante: la relación entre nuestros gestos y nuestro estado de ánimo. Cuando estamos tristes parecemos tristes. Pero lo contrario también parece que es verdad: cuando parecemos tristes nos sentimos tristes.
Los autores explican el fenómeno basándose en estudios con Resonancia Magnética Nuclear. Parece que las personas que no fruncen el entrecejo debido al Botox tienen menos actividad en una zona del cerebro denominada “amígdala”. Esta conexión parece mediada a través del nervio trigémino, que une el entrecejo con la “amígdala”, zona del sistema nervioso central que controla respuestas como la ansiedad y el miedo. Según los autores del estudio si una persona no puede fruncir el entrecejo entonces el cerebro detecta esta falta de actividad, con lo cual no se desencadenan respuestas como la ansiedad o la depresión.
Creo que el tratamiento de la depresión no debe evidentemente basarse en el uso de Botox, pero los resultados de este estudio me parecen interesantísimos. En condiciones normales existe una conexión entre emoción y expresión. Con el Botox rompemos esta conexión. Entonces, ¿determinadas emociones que sentimos, si no podemos expresarlas mediantes gestos, tienden a desaparecer? Interesante pregunta.



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